
Desde que no tengo tiempo de pensar soy como mucho más feliz. Supongo que queda como el culo decir algo así, pero hay algo hermoso en la rutina. El tic-tac del reloj cae a peso sobre cualquier tipo de chorrada, y lo que antes era un mundo ya es menos que nada. Ahora entiendo un poco a mi amigo Alberto, que es "lo" más parecido que conozco al conejo (blanco) de Alicia. Ni para, ni le queda tiempo pa' ná...
Este sucederse las palabras de hoy responde a que mi yo responsable está fustigando al que pretendía descansar (¡ja!) y es que, un día después de la entrada de ayer, hasta a mí me parece que me pasé cuatro pueblos con lo insustancial de la misma. Aparte de pedir perdón por no haber actualizado en un tiempecillo, y dejar caer que había visto Alicia con la cuchipandi no dije ná de ná, y creo que el sitio se merece un poco más.
Vale que no soy exactamente un blogger, vale que tengo una vida (muy llena) y que el tiempo da para lo que da, pero es que ni os conté que las Alicias de Carroll son de las lecturas que más me han hecho disfrutar. Tanto, que son la lectura con la que asocio mis veranos en Ibiza. Tanto como para equipararlo en ratos a los discos de Bjork y la Amos bajo el sol de Es Cavallet, y al CD que monté con un variadito que iba desde los Pet Shop Boys al primer single de Britney Spears, pasando por... Mmm... No seguiré si no es en presencia de mi abogado (este CD sí que dio de sí, el pobre)
Dicho esto, que no es una entrada propiamente dicha, sino un epílogo de la de ayer, voy a tener un ratillo de "ocio" que, entre nosotros, los artistas de pop a veces también estamos más calientes que... No se me ocurre una buena metáfora, jeje...
Abrazo fuerte a tod@s, nonosisistas o no, los que os pasáis por aquí.
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